Las contradicciones interburguesas

Por Luis Brunetto

El principal rasgo de la coyuntura política es la agudización del enfrentamiento entre las diferentes fracciones de la burguesía. Los proyectos en pugna son el que, expresado por Scioli, pretende reconciliar al conjunto de las fracciones, abriendo el camino a la legalización y consolidación del grupo Kirchner- López – Electroingeniería; y el que se opone, detrás del cual se hallan los burgueses nacionales de envergadura mundial.

Como candidato de la reconciliación burguesa, Scioli, depende de que tal reconciliación ocurra o de que la fracción más poderosa derrote a la “nacionalista” y lo admita como su representante. De ahí sus constantes ir y venir. Las causas por las cuales los capitalistas tradicionales, se niegan a hacer las paces con estos nuevos burgueses, no son difíciles de comprender: por qué razón permitirían ampliar el acceso a la mesa chica donde toma las decisiones la clase dominante. Pero, a esto, hay que sumar dificultades de orden material a la hora de convertir el capital amasado por la nueva burguesía. Los grupos económicos tradicionales, se apoyan en inversiones productivas, en inversión industrial moderna, (Techint, Pescarmona, Pérez Companc, Noble, etc.); la burguesía kirchnerista aun no ha dado tal paso. La nueva burguesía ha acumulado por vías de todo tipo, contratos de obras públicas a favor de Báez, Electroingeniería, etc.; el juego con el grupo López; etc. Toda esa masa de valor debe desembocar en inversión capitalista, o se desvaloriza.

Mientras el PJ fue un puro y simple gestor de las necesidades de la gran burguesía tradicional, las trampas, fraudes, prácticas clientelares, etc., fueron admitidos. Hasta la ruptura del pacto con la gran burguesía en el 2008. La Liga de Gobernadores, respaldó el desafío kirchnerista al gran capital en la medida en que, controladas las masas y recompuesta la gobernabilidad proporcionaba una gigantesca “oportunidad de negocios” en las provincias. En realidad, Kirchner y Cristina fueron mucho más un primus inter pares de Gioja, Insfrán, Alperovich, etc., que dirigentes obligados a apoyarse en tales personajes porque no había más remedio, como creen (o dicen creer) Verbistky, Carta Abierta o Patria Grande.

La ruptura del 2008 fue aceptada por los dirigentes del PJ al ritmo de sus conveniencias personales. Así, progresivamente, barones del conurbano, gobernadores, etc., fueron y vinieron del kirchnerismo al macrismo, al massismo y viceversa. Pero, también se produjo la ruptura de las reglas de juego, según las cuales sabían y consentían las prácticas fraudulentas. En los dos lados, hay ahora avezados dirigentes del PJ que saben cómo se hacen. Por eso la explosión del sistema electoral tucumano, explosión que ocurre, en el contexto de una campaña electoral muy particular, como la muerte de Nisman y un Jefe de Gabinete acusado de autor ideológico de tres asesinatos, de comandar el negocio de la efedrina, ex secretario general de la Presidencia de Duhalde y difusor público de la tesis según la cual Santillán y Kostecki murieron en un enfrentamiento entre piqueteros.

El argumento de que es la derecha la que reclama contra el fraude y apoyar tal reclamo es hacerle el juego es, en realidad, hacerle el juego a Alperovich y a lo peor de la Liga de Gobernadores. En realidad, lo que la derecha busca es que no le roben los 2 o 3 puntos que necesita para evitar el balotaje.

Para la izquierda y el movimiento popular, en cambio, tal reclamo se vuelve una cuestión decisiva y de principio, así como el planteo permanente, de aquí en más, de una democratización real de la vida política del país, basada en una reforma institucional que ponga el poder de decisión en manos del pueblo trabajador. No se trata de defender las virtudes de la democracia burguesa, sino por el contrario de tomar la palabra a la burguesía y explotar sus contradicciones. Incapaz como clase de resolver los problemas del país, es inevitable que el régimen político que regula las relaciones entre sus fracciones (que es lo que es la democracia burguesa) termine haciendo agua en este sentido. No se trata de denunciar que la democracia burguesa no es el régimen a través del cual se expresa la voluntad del pueblo: eso ya lo sabemos. De lo que se trata, apoyándose en los hechos, es de denunciar su creciente incapacidad para cumplir con la tarea para la que fue creada: regular y resolver pacíficamente los conflictos en el seno de la clase dominante.