Sobre la precarización en la administración pública

Por Luciano Cornelli

Recientemente se aprobó el Presupuesto Nacional 2016 donde se establece la incorporación de casi 15.000 trabajadores/asa la planta permanente y transitoria en la administración pública (ministerios, ANSES, teatros, etc.), sin especificar si estos trabajadores pertenecen a la plantilla actual, si serían nuevas contrataciones o una combinación de ambas. En la actualidad la administración pública está compuesta por cerca de 412.000 agentes.Asumiendo que la totalidad de las contrataciones previstas para el 2016 fueran nuevos contratos y que la totalidad de los mismos ingresaran a la planta transitoria o permanente, en términos porcentuales esto representaría el 3,6% del total del universo de trabajadores (que pasaría a ser de 427.000 aproximadamente). A esto hay que sumarle “el dato” que tiene un peso sustancial, y es el que indica la precarización laboral que a la fecha ronda el 42% en el sector. Es decir, para el 2016 la precarización laboral en el ámbito de la administración pública se acercará al 38% en el mejor de los casos. Más allá de los números, que ciertamente importan, la lectura que se hace es que el próximo año será de continuidad de una política de estadoque año a año se profundiza, encarnada en los distintos gobiernos nacionales y municipales, de Menem a los Kirchner, de Ibarra a Macri en CABA.

En el ámbito público, el fraude laboral, íntimamente ligado a la precarización, implicauna relación de dependencia encubierta entre trabajador y empleador (Estado) que se ejecuta a través de la celebración de contratos de locación de obras y contratos firmados con Universidades, en la que los y las trabajadoras/es realizan la misma tarea y tienen igual carga horaria que un planta permanente.De esta manera, el Estado se ahorra millones a costa del trabajador y las consecuencias son nefastas; falta de estabilidad, salarios paupérrimos, no reconocimiento de antigüedad,vacaciones ni aguinaldo, dificultad de afiliarse sindicalmente, etc. Estas condiciones laborales inevitablemente repercuten en un deterioro de la calidad de vida en todos sus aspectos.El hecho de no poder acceder a la cobertura de salud, tener menor poder adquisitivo que un registrado, no poder proyectar a futuro ante la incertidumbre de no saber si al término del contrato se va a seguir trabajando o no, y tantos otros ejemplos vinculados, implica una precarización de la vida en su conjunto que en lo concreto contiene y amplia el concepto típico de la precarización laboral asociada exclusivamente a la inestabilidad laboral.

Ante este panorama en el que los gobiernos nacionales y municipales no plantean una solución de raíz a la problemática de la precarización laboral, desde algunos sectores del Estado se viene levantando la bandera contra la misma. Ejemplo de ello son las luchas delos Ministerios de Trabajo, Economía, y Planificación de la Nación, Promoción Social y Estadística y Censos de CABA.Tal y como sus experiencias lo demuestran, es a través de una construcción gremial motorizada por la participación democrática y la lucha que se puede dar la pelea y arrancarle a los gobiernos los derechos de los trabajadores.

Por la unidad guevarista

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Por Andrés Pabón

Conmemorar cada 8 de octubre la vida y el ejemplo de lucha del más grande revolucionario de América, Ernesto Che Guevara, nos invita a pensar que la fuerza y el arraigo que ese ejemplo ha tenido en el pueblo ha hecho que los dominantes y explotadores que él acertadamente atacó, ante el intento fallido por borrar de la memoria colectiva su legado, asumieran como táctica ocultar, envilecer y tergiversar sus enseñanzas. El Che luchó hasta su muerte y tomó las armas para defender al pueblo, ¡si!, pero lo hizo dentro de la convicción de sus ideales. Hoy nos quieren hacer creer que su vida puede reducirse a su dimensión guerrillera, dejando de lado la razón que guío esas acciones. El Che supo ver que terminar con la opresión y explotación entre los seres humanos no podía darse sino dentro del proyecto de construir una sociedad diferente, socialista, y supo hacernos entender que los principales enemigos de esta justa búsqueda eran los intereses que violentamente defiende el imperialismo, y que esto lo hace a través de los sectores dominantes de cada país. Hoy, como en tiempos en que el Che encabezó la lucha, la salida del sistema que nos hacen padecer está en la unidad de los pueblos latinoamericanos, porque es sobre la base de esa explotación que el imperio nos sigue colonizando. Esta lucha solo la pueden llevar adelante los sectores oprimidos, y nunca lo harán legítimamente y hasta sus últimas consecuencias aquellos que precisamente se hacen fuertes y más ricos gobernándonos. Todos sabemos quiénes son, y lo que han hecho para engañarnos y dividirnos.

Quienes levantamos los ideales del Che vemos posible esa unidad en nuestro país a través de un frente que luche por un programa que hoy no puede ser más que anti imperialista y anti capitalista y con la perspectiva del socialismo: un programa por la liberación nacional y social. Que agrupe a todas las organizaciones políticas y sociales con una vocación anti capitalista, pero también que sea capaz de incorporar a los amplios sectores populares desmovilizados y descreídos de la política burguesa. Se trata de construir nuevos canales de participación popular en los que el protagonismo de las bases sea la fuerza que empuje decididamente a la unidad, a la organización y a la movilización de los más amplios sectores de nuestro pueblo. Así, aportaremos a que desde el pueblo surja la organización encaminada a destruir el capitalismo y reemplazarlo por la sociedad de las mujeres y los hombres socialistas como quería el Che Guevara.

Las contradicciones interburguesas

Por Luis Brunetto

El principal rasgo de la coyuntura política es la agudización del enfrentamiento entre las diferentes fracciones de la burguesía. Los proyectos en pugna son el que, expresado por Scioli, pretende reconciliar al conjunto de las fracciones, abriendo el camino a la legalización y consolidación del grupo Kirchner- López – Electroingeniería; y el que se opone, detrás del cual se hallan los burgueses nacionales de envergadura mundial.

Como candidato de la reconciliación burguesa, Scioli, depende de que tal reconciliación ocurra o de que la fracción más poderosa derrote a la “nacionalista” y lo admita como su representante. De ahí sus constantes ir y venir. Las causas por las cuales los capitalistas tradicionales, se niegan a hacer las paces con estos nuevos burgueses, no son difíciles de comprender: por qué razón permitirían ampliar el acceso a la mesa chica donde toma las decisiones la clase dominante. Pero, a esto, hay que sumar dificultades de orden material a la hora de convertir el capital amasado por la nueva burguesía. Los grupos económicos tradicionales, se apoyan en inversiones productivas, en inversión industrial moderna, (Techint, Pescarmona, Pérez Companc, Noble, etc.); la burguesía kirchnerista aun no ha dado tal paso. La nueva burguesía ha acumulado por vías de todo tipo, contratos de obras públicas a favor de Báez, Electroingeniería, etc.; el juego con el grupo López; etc. Toda esa masa de valor debe desembocar en inversión capitalista, o se desvaloriza.

Mientras el PJ fue un puro y simple gestor de las necesidades de la gran burguesía tradicional, las trampas, fraudes, prácticas clientelares, etc., fueron admitidos. Hasta la ruptura del pacto con la gran burguesía en el 2008. La Liga de Gobernadores, respaldó el desafío kirchnerista al gran capital en la medida en que, controladas las masas y recompuesta la gobernabilidad proporcionaba una gigantesca “oportunidad de negocios” en las provincias. En realidad, Kirchner y Cristina fueron mucho más un primus inter pares de Gioja, Insfrán, Alperovich, etc., que dirigentes obligados a apoyarse en tales personajes porque no había más remedio, como creen (o dicen creer) Verbistky, Carta Abierta o Patria Grande.

La ruptura del 2008 fue aceptada por los dirigentes del PJ al ritmo de sus conveniencias personales. Así, progresivamente, barones del conurbano, gobernadores, etc., fueron y vinieron del kirchnerismo al macrismo, al massismo y viceversa. Pero, también se produjo la ruptura de las reglas de juego, según las cuales sabían y consentían las prácticas fraudulentas. En los dos lados, hay ahora avezados dirigentes del PJ que saben cómo se hacen. Por eso la explosión del sistema electoral tucumano, explosión que ocurre, en el contexto de una campaña electoral muy particular, como la muerte de Nisman y un Jefe de Gabinete acusado de autor ideológico de tres asesinatos, de comandar el negocio de la efedrina, ex secretario general de la Presidencia de Duhalde y difusor público de la tesis según la cual Santillán y Kostecki murieron en un enfrentamiento entre piqueteros.

El argumento de que es la derecha la que reclama contra el fraude y apoyar tal reclamo es hacerle el juego es, en realidad, hacerle el juego a Alperovich y a lo peor de la Liga de Gobernadores. En realidad, lo que la derecha busca es que no le roben los 2 o 3 puntos que necesita para evitar el balotaje.

Para la izquierda y el movimiento popular, en cambio, tal reclamo se vuelve una cuestión decisiva y de principio, así como el planteo permanente, de aquí en más, de una democratización real de la vida política del país, basada en una reforma institucional que ponga el poder de decisión en manos del pueblo trabajador. No se trata de defender las virtudes de la democracia burguesa, sino por el contrario de tomar la palabra a la burguesía y explotar sus contradicciones. Incapaz como clase de resolver los problemas del país, es inevitable que el régimen político que regula las relaciones entre sus fracciones (que es lo que es la democracia burguesa) termine haciendo agua en este sentido. No se trata de denunciar que la democracia burguesa no es el régimen a través del cual se expresa la voluntad del pueblo: eso ya lo sabemos. De lo que se trata, apoyándose en los hechos, es de denunciar su creciente incapacidad para cumplir con la tarea para la que fue creada: regular y resolver pacíficamente los conflictos en el seno de la clase dominante.

Los enfermos son del pueblo y las ganancias de la Barrick Gold

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Por Barbara Murgan y Nahuel Ceres

En la mina Veladero, ubicada en San Juan, explotada por la multinacional Barrick Gold, el pasado 13 de septiembre sufrió un derrame de más de un millón de litros de solución cianurada en el cauce del río Jáchal afectando a los pobladores de Angualasto, El Chinguillo, Malimán y Jáchal.

En un principio la multinacional canadiense negó la información sobre el desastre ambiental, pero ante la presión del pueblo de Jáchal, se vio forzada a reconocer  la cantidad de litros derramados, minimizando los efectos en un principio para terminar reconociendo la cifra final

La mega minería es uno de los pilares más importantes del extractivismo, modelo de desarrollo económico que se basa en la extracción de recursos naturales, mayormente por multinacionales de capitales extranjeros. Se caracteriza este modelo por la escasa o nula participación de los entes estatales en la totalidad de la explotación ya sea en el proceso productivo y control del mismo, ganancias, etc.

Tanto el gobierno Nacional como el gobierno provincial son responsables de que se haya desatado  uno de los peores desastres ambientales mineros de la historia argentina. Frente a este conflicto el gobernador de la provincia de San Juan, José Luis Gioja levantó la suspensión de actividades en la mina Veladero por las pérdidas millonarias que le causaba a la multinacional. Este acto nos deja ver como prevalecen los intereses de los empresarios imperialistas por sobre la integridad física y la salud de los pobladores de Jáchal.

Mientras los gobiernos y los empresarios se llenan los bolsillos a costa de la explotación de los trabajadores (recordemos que de las ganancias que la minería produce no llega al 3% lo que queda en el país, por la ley de minería votada en los 90), todavía no podemos dimensionar las consecuencias que deja este desastre ambiental ya que la contaminación por cianuro y mercurio, dependiendo de la cantidad puede ser letal y/o arrojar consecuencias en la salud humana y biodiversidad a larguísimo plazo.